2010/03/12

CARTA DE UN POLICIA A SU HIJO

Querido hijo:
 
¡Soy un policía. Mi trabajo es muy modesto, pues tú sabes que apenas me da para sobrevivir y medio mantenernos, pero dentro de su humildad me ofrece muchas satisfacciones.
  
¡Soy el malo de la sociedad que tanto me necesita. me enorgullece servir a los demás y me siento importante cuando salvo una vida, cuando protejo a un inocente o cuando detengo a un criminal ... estas son satisfacciones que en otro trabajo no se tienen! Mi profesión es verdaderamente ingrata; todos me arrojan piedras y me insultan cuando cumplo con mi deber, porque todos quisieran que la Ley se cumpliera para los demás y no en ellos. La gente me humilla cuando me ofrece una dádiva para que deje de cumplir con mi deber, y si la acepto me llaman deshonesto.
  
Debes saber que cuando salgo de casa no sé si volveré a verte porque mi  trabajo es de riesgo constante, en donde va de por medio la vida misma.
¡Así es!. Tal vez tendré que morir defendiendo la vida y la propiedad
ajena, mientras tú me esperas para darme ese beso que a diario me ofreces como bienvenida, y ante esa verdad sufro al pensar que ya no nos volveremos a ver porque habré entregado mi vida por esta sociedad que tanto me exige.
  
Si a veces no te veo es porque en este ingrato pero emocionante trabajo no tengo horario. ¡Si, es cierto!, trabajo doce horas, pero solo cuando se  puede, pues a veces por las necesidades del servicio tengo que doblar mi  turno. Yo nunca me niego cuando se que otros me necesitan para que cuide de su seguridad, porque es indiscutible, ya que cuando la sociedad descansa o duerme, yo estoy de pié, vigilando; cuando quisiera poder estar a tu lado, velando tu sueño, viéndote crecer, sano, sonriente, pero me conformo con verte de vez en cuando. De todas maneras siempre estoy pensando en ti y nunca te olvido. Cada día me preparo para ser mejor policía para que tú te sientas orgulloso de tu padre, y lucho junto con mis compañeros por ti, para que puedas desarrollarte con seguridad y puedas caminar por las calles y llegar a la escuela libre de sobresaltos y de miedo, porque para eso estoy aquí y para eso soy policía.
  
¡No importa que me ataquen y que la gente me condene por no dejarme golpear o matar! Tu sabes con qué clase de gentes me enfrento diariamente; drogadictos, borrachos, asesinos, influyentes amigos de los jefes, todos ellos irrespetuosos, agresivos, en verdad, que el mundo no se dé cuenta que yo también soy un ser humano es lo que más me hiere, pues me duelen los insultos y las agresiones,... ¡y demonios! ¿Que se creen que estoy obligado a aguantar todo porque soy un policía olvidado de la mano de Dios?
  
Quiero que comprendas que soy policía y no puedo atenderte como te mereces ni darte todo lo que necesitas; solo puedo dejarte como herencia mi honor, mi orgullo y mi dignidad de hombre decente que quiere ser un ejemplo para ti.
  
...Te quiere
  
Tu padre.

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Y, a ti, mi “gordi” linda, que sabes como es que se bate el cobre… mis palabras de aliento y orgullo.

Aliento, porque se cómo te las tienes que ingeniar para coordinar la profesión con la maternidad y la familia.

Orgullo porque el Señor me ha dado una rolo de hija que sabe responder a la dignidad, al pundonor, a la reciedumbre de la vida que le toca vivir y enseñar a vivir. Y no me queda mas que ser humilde al sentir cotidianamente cómo me enseñas a seguirte en ese rumbo que decidiste emprender.

Gracias, con toda humildad, GRACIAS.