2011/02/24

Para lo que estamos quedando…

  Amarillo, azul y rojo

Sociedad  24 febrero, 2011

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TEGUCIGALPA.- La diseñadora Sandra Miranda, presentará mañana a las 7 de la noche en el restaurante Había Una Vez en la Plaza San Martin de Tegucigalpa, una interesante propuesta pictórica.

“Amarillo, azul y rojo”, es el nombre que recibe la muestra que representa el sentido de lo inexplorado y el futuro incierto en forma de una aventura encantada.

 

Nota aparecida en La Tribuna, Tegucigalpa, Honduras, 24feb2011

¿Que tal…?

Cargando el venado…

 

CUALQUIER PARECIDO ES MERA CASUALIDAD

y en las casas donde no se aprecia el verdadero valor del trabajo de los padres y su dedicación... ojala y les llegue “CARGANDO EL VENADO”.

  
Estaba un hombre a la orilla del camino sentado en una piedra, bajo la sombra de un frondoso Apamate.  
Se le miraba triste, meditando cabizbajo; casi, casi a punto de soltar el llanto.  
Así lo encontró su compadre y amigo de toda la vida, quien al verlo en tales fachas, le preguntó cual era el motivo, para que se encontrara en situación tan deprimente.
° Compadre, la desconsiderada de tu comadre! Ella es la culpable de mi situación ¡Tu comadre! Esta noche la mato la desaparezco, pero de que se muere, se muere..
° No diga eso compadre, mejor dígame,  porqué la quiere matar, a lo mejor le puedo ayudar a encontrar una mejor solución al problema. 
El compadre, después de respirar profundo y conseguir la calma, empezó su relato…..


°  Mire compadre, Usted sabe que somos muy pobres y en este rancho la única forma de acompañar las caraotas es con un pedazo de carne que consigo en el monte cuando salgo de cacería.  
   Me voy con mi escopeta, paso  varios días de penalidades, arriesgándome con los peligros del monte, esquivando víboras y  tigres,  soportando la terrible comezón que me producen las garrapatas, los piquetes de moscos.
   Aguantando cómo se me mete hasta los huesos el frío de las noches. Luego, por fin, si la suerte me socorre y logro cazar un venado, todavía tengo que cargarlo en mis espaldas todo el camino de regreso al rancho y subir la cuesta de la loma hasta llegar a mi casa.
    Todavía no termino de llegar  cuando aparece mi mujer con el cuchillo en la  mano e inmediatamente empieza a repartir el venado entre los vecinos y sus familiares...
Que una pierna pa' doña Juana, Que otra pa' doña Cleo, Que este lomito pa' mi mamá, que esto pa'llá,  Que las costillitas para mi hermana  y a los dos o tres días de nuevo sin nada que comer y ahí voy de tonto otra vez de cacería. 
     ¡Pero ya me cansé y esta noche mínimo la desmecho!
El compadre , después de meditar un momento,  le dio la solución:

° --Invite a su mujer a cargar el venado.

 
° --¿¡Qué!?
° -Sí, lleve  a la comadre de cacería, No le diga las penurias que pasa para llevar el venado a la casa.   Mejor píntesela bonito.  No le hable de caminos empedrados, ni de  los bichos, ni los peligros, ni del frío ni el calor.
  Dígale que la invita a la cacería para que los dos disfruten juntos de los bellos paisajes :
  -Del esplendor de las estrellas que te cobijan en la noche
  -De los manantiales cristalinos que reflejarían románticamente sus imágenes
  -De la graciosa manera en que camina el venado, como si fuera un bailarín de ballet
  -De el dulce canto de los grillos y los pájaros silvestres, en fin, píntale bonita la cosa.


El compadre siguió el consejo. Por supuesto la convenció.
La mujer, entusiasmada, se fue con la falda larga hasta el tobillo, poco a poco se le desagarraba con las púas en el camino y al cruzar el primer "aguamal" se redujo a minifalda porque la prenda quedó desgarrada.
La blusa le quedó perdida, los zapatos se le rompieron por las piedras y las espinas la hicieron sangrar.
Se le pegaron por todo el cuerpo garrapatas y bichos. El fuerte sol le quemó la piel.    El pelo se le maltrató: le quedó tieso como estropajo. Las manos llenas de ampollas y llagas que se le hicieron  al abrirse paso entre el espeso monte. 
Vuelta porquería y sin aliento, estuvo a punto de sufrir un infarto al toparse con una enorme víbora.
Por fin, después de tantos martirios, encontraron al venado. El hombre sigiloso se acercó a su presa, y localizó el blanco justo para liquidar al escurridizo animal. ¡Bang! Y el venado cayó muerto.
La mujer no cabía de júbilo pensando que su sufrimiento había terminado, pero no era así.
° Ahora, mi amor, quiero que cargue el venado para que vea lo bonito que se siente -- le dijo el hombre masticando con una expresión rabiosa  cada una de sus palabras -- ..
La mujer casi se desmaya ante la mirada asesina de su marido, pero ante la desesperación por regresar a su casa no tuvo aliento ni para replicar, cargó el venado en su espalda hasta su casa.
Vuelta cerete, casi muerta, con las piernas temblando, jadeando y a punto de reventarle el corazón, llegó y tiró el animal  en la sala de su casa.
Sus pequeños hijos  y sus vecinos, salieron a recibir a la pareja de  cazadores y acostumbrados a la repartición, gritaron los niños  a su mamá con alegría:
-- Mamá, mama!! Vamos a repartir el venado,  la mamá de Huguito está esperando por una pierna del venado!!!.  Mami qué pedazo le llevo a mi tía?, le dijo otro.
La mujer  tirada en el piso, hizo un esfuerzo sobrehumano para levantar la cabeza y con los ojos inyectados de sangre volteó a ver a los niños y agarrando aire hasta por las orejas, les gritó:
° ¡¡¡ Este venado no me lo toca NADIEEEE !!! y tú Huguito, ve y dile a tu mamá que se vaya a la mismísima  M....!!!!!   El que toque este Venado lo descabezo!!!!!!!!!!!

 
"REFLEXIÓN"
Para valorar el esfuerzo ajeno y respetar la real dimensión del trabajo de los demás, todos debemos aprender a          "cargar el venado".
Muchos tienen riquezas, empresas y comodidades porque durante años cargaron muuuuchos venados para llegar a donde están ahora…
Y muchos otros, como la comadre del cuento, siempre esperan cual hienas a que llegue el vecino, el amigo, el conocido o el desconocido con el venado a cuesta para caerle y desgarrarlo, sin importar el esfuerzo que les ha costado conseguirlo.

La experiencia adquirida con el paso de los años nos ha enseñado:


            Que solo se valora aquello que se ha adquirido como resultado de nuestro arduo trabajo,
            Que solo cuidamos aquello que nos ha costado esfuerzo, sudor y sacrificio.