Escuchar a los autores que nos gustan opinando y aconsejando sobre las cuestiones importantes a tener en cuenta a la hora de escribir, puede ser de mucha ayuda cuando recién empezamos, o cuando estamos en medio de algo que no sabemos cómo resolver. Por eso pensamos en crear un nuevo ciclo llamado “Consejos de autores consagrados”. En el mismo, publicaremos algunas de las recomendaciones que los grandes de la literatura han regalado a los que todavía no tenemos un lugar aquí. 
 Hoy hablaremos de Julio Cortázar.
Entender la realidad
El autor de “Rayuela” se ha referido en repetidas ocasiones a los apasionados de las letras para explicarles su forma de concebir la creación literaria. Para él, la narrativa era su forma de entender el mundo; tenía la firme creencia de que había mucho más de la realidad que lo que los ojos veían y eso buscaba a través de la escritura.
No estaba de acuerdo con las ideas impuestas por el realismo, al que se sumaron muchos intelectuales del siglo XVIII y épocas posteriores (la vida se rige por ciertas normas y leyes inamovibles que generan consecuencias, relaciones de causa y efecto y de estructuras más o menos armoniosas), sino que creía en la existencia de hechos que escapaban de esas leyes; de hecho se afirmaba en lo propuesto por Alfred Jarry, quien decía que el estudio de la realidad debe realizarse en base a las excepciones de las leyes y no a ellas en sí mismas.
Pese a que los consejos de Julio pueden parecer orientados al género fantástico, sin embargo presenta ciertas características y valores que pueden ser útiles para todos los géneros (fantásticos, dramáticos, realistas, humorísticos, etc).
Existen ciertas teorías acerca del cuento que parecen intocables y que lo han ubicado a éste en un lugar que no necesariamente le conviene; poniéndolo en comparación siempre con la novela, se lo ha estructurado de tal modo que rescatarlo de ese espacio resulta tarea complicada, sin embargo Cortázar lo intenta.
La movilidad en el cuento
Para Cortázar el cuento es un género huidizo, que se escapa constantemente con sus antagonismos y se repliega en sí mismo. Lo denomina el hermano menor de la poesía, viviendo en un tiempo que no es el que reina en ella. De todas formas, encasillar a este género tan fluctuante que justamente no puede ser etiquetado, es uno de los principales errores que con él se cometen.
El cuento es un ente que se mueve en el plano del hombre y la vida y por ende, se encuentra siempre en movimiento y cambiando; es decir que se trata de un resumen de una vida sintetizada. Y son esas sensaciones que nos deja al leerlo y que no pueden explicarse con palabras las que lo vuelven único, que hacen que un muy buen cuento se convierta en un gran cuento.
Perseguir esto debe ser el fundamento de todo autor, su interés como artista debe radicar en producir esa sensación en el lector, mucho más allá de la trama, los personajes y los elementos que se consideran indelebles a este género.

El cuento, la novela y el boxeo
Cortázar hace una comparación que le dijo un día un amigo escritor, el cual era aficionado al boxeo. Le dijo que entre el lector y el texto existe una batalla apasionante, la diferencia está que en el caso de la novela la victoria se mide en puntos, mientras que en el cuento es por knock-out.
Y Julio explica que comparte totalmente esta teoría porque un cuento debe ser incisivo y cautivar fuertemente al lector desde el primer instante, dado que su duración es corta; mientras que una novela puede ir haciéndolo de forma progresiva, tomándose su tiempo. Además, incluso una novela con un principio flojo puede convertirse más tarde en una buena novela, mientras que si un cuento tiene estas características, entonces posiblemente sea mediocre o malo.
En este punto reside uno de los mejores consejos de este escritor del Boom Latinoamericano, crear comienzos deslumbrantes y auténticos, a fin de que los lectores deseen conocer cómo termina la historia. Un buen cuento carece de elementos aleatorios, todo está puesto en un lugar por algo y el mayor empeño del autor debe estar enfocado en utilizar adecuadamente los recursos para crear una buena historia, con el ritmo debido y los elementos estrictamente necesarios.
El tiempo y el espacio
Cortázar habla acerca de la importancia del tiempo y el espacio en el cuento, los cuales deben ser trabajados de modo profundo y espiritual a fin de conseguir la apertura del lector y el surgimiento de la pasión en él. Agrega que los malos cuentos no tienen que ver con la temática que abordan (porque no existen buenos o malos temas en literatura), sino en todo caso con un mal tratamiento del mismo.
Tampoco puede considerarse que un cuento es malo porque sus personajes son aburridos, puesto que hasta una piedra podría resultar interesante para una historia si se trabaja con empeño. La eficiencia de un cuento está en la tensión que consigue el autor, la cual debe encontrarse firme en las páginas, desde la primera hasta la última. Si el autor respeta las tres nociones fundamentales de un cuento: significación, intensidad y tensión, y elabora la historia en base a ellas, posiblemente conseguirá acercarse a la estructura ideal que debe contar todo texto de este género.
De este modo, el maestro y autor de “Casa tomada” (uno de sus cuentos más extraordinarios para mí) hace hincapié en la importancia de tener un tema respetando esas tres nociones citadas, posee un embrión que ya tiene vida pero que todavía no posee la forma que tendrá definitivamente. En este momento, el autor conoce el tema y para él tiene sentido y significación, sin embargo el trabajo más arduo todavía no ha comenzado. Y para pasar a esta segunda fase hace falta pensar en ellos, los lectores, quienes significan el eslabón fundamental en la creación literaria porque serán quienes den vida a esa historia y ayuden a completarla.
El oficio del escritor
Dice Julio que los cuentistas que no tienen experiencia piensan que basta con encontrar un tema que les conmueva y compartirlo de la forma en la que a ellos les ha resultado significativo, pero se olvidan que los lectores miran con otros ojos.
En literatura no bastan las buenas intenciones y para conseguir llegar a causar en el lector las mismas emociones que se sintieron al crear la historia, es necesario atrapar la atención del mismo; y esto sólo hay una forma de conseguirlo: creando un clima propio del cuento, capaz de aislar al lector de su rutina y de su propia vida, y de llevarse el cuento una vez terminado para darle una significancia más profunda.
Lo ideal para conseguirlo es cultivar un estilo cuyas principales características sean la intensidad y la tensión.
Al hablar de intensidad Cortázar se refiere a eliminar de la historia todas aquellas ideas o situaciones intermedias, los rellenos o las fases de transición, el prescindir de toda descripción ambiental o de detalles que no hagan más que llevar al lector por un rumbo diverso al desarrollo de la trama en sí mismo.
Con tensión se refiere a no esconder cosas, pero sí ir contándolas lentamente, dejando que el lector perciba que es él mismo quien las descubre. Para lograr reunir estas características el único consejo que puede darse es el de trabajar mucho y desarrollar minuciosamente el oficio de escritor; como el artesano va puliendo sus dotes, del mismo modo debemos hacerlo los que amamos las letras.
Estos consejos posiblemente te sean útiles, ya sea que cultives el cuento o cualquier otro género literario. A veces, saber comprender consejos que parecen escritos para otras personas puede ayudarnos a entender mucho mejor nuestras posibilidades y a crearnos un estilo único que nos acerque a nosotros mismos y nos permita llegar cómodamente a los lectores.