2013/06/14

8072.- Poema del día.-

Federico Hernández Aguilar


Soneto para entender a un neurótico



                                        Nota: Para la composición de este soneto
                                         se utilizaron los más geniales argumentos
                                         que el autor ha escuchado, a manera de exculpación
                                         en los círculos literarios de El Salvador.



La vida en sociedad es un trapecio
que juzga a los que mal se contradicen:
'-Si soy como prefiero, me maldicen;
si soy como ellos quieren, me desprecio.'

Mentiras y verdades tienen precio
(un precio que suplica le revisen),
y al socio-torpe ritmo en que se dicen,
resulta de buen gusto ser tan necio.

Si podrirnos de absurdo es el esquema,
más vale dar su sitio al anatema
y hundirnos en la luz de una psicosis,

o en el limbo sublime del dislate
-gracioso y sepulcral escaparate-,
dar rienda a la bondad de una neurosis.


O sea que no solo somos nosotros los neuróticos...
la maldad impera en este mundo...
no solo el Venezolano está iracundo...
y solo no está en su gran espera...

Y el día vendrá
un día cualquiera...
y aunque el que espere desespere...
que la esperanza no pierda y que que allí quede...

Hay que aguantar por lo que se quiere...
el barro tiene fama de desvirtuarse...
desbaratarse y entre los dedos escurrirse...
alguien entender que debe irse...

y cuando aparezca, al fin, la transparencia
pocos quedaran para juzgar...
fuente ovejuna esperará hasta ese día.

8071,.Deporte al día.-

César Farías presidente

JOSÉ ANTONIO GÁMEZ E. |  EL UNIVERSALviernes 14 de junio de 2013  12:00 AM

Estamos todavía en la resaca de lo que pudo ser el entierro de nuestro sueño mundialista. Siempre cabe una última y milagrosa oportunidad, pero nuestra historia deportiva recuerda que esa posibilidad siempre se nos muestra esquiva. En el deporte, como en casi todas las actividades, es muy difícil reconocer la derrota, pero siempre es un ejercicio liberador.
Ante una victoria es fácil encontrar puntos de encuentro e identificación con los ganadores. Cuando se pierde es cuando se prueba hasta qué punto son auténticas nuestras adhesiones y aficiones. Por eso, el miércoles en la mañana bien temprano, me puse mi franela vinotinto. No sólo para seguir tentando al destino sobre nuestra posibilidad de estar en Brasil, sino sobre todo porque en la derrota, es cuando uno se siente más compenetrado con lo que somos actualmente los venezolanos.

Para una gran parte de los compatriotas honestos, de pensamiento genuinamente nacionalista y democrático, los últimos años de historia han sido de derrotas continuadas. Por poner algunos ejemplos: las repetidas "derrotas" en la administración de justicia, hacen que el nivel de seguridad jurídica de nuestro sistema sea una de las más bajas del mundo. Hay que reconocer que carecemos desde hace bastante tiempo de Estado de Derecho y Poder Judicial no es más que un órgano de represión y terrorismo del régimen. La consecuencia de esta manera de proceder es la violencia. Violencia en forma de inseguridad personal, y violencia en forma de represión militar.

Las derrotas económicas son todo un capítulo, que ha sido extensamente tratado por múltiples especialistas de las más variadas tendencias. No hay manera de encuadrar los desaciertos económicos del chavismo. Lo que vemos actualmente en el postchavismo no es más que el epílogo doloroso del mayor despilfarro que recuerde nuestra historia. Doloroso porque los recursos de todos los venezolanos vuelven a estar en manos de unos pocos miembros de la nomenklatura de turno. La corrupción es siempre la gran derrota para cualquier sociedad que quiera construirse sobre las bases de la justicia social. Las consecuencias de esta derrota la estaremos pagando por las próximas generaciones. 

Posiblemente la más triste de nuestras derrotas sea la que se ha infringido a la soberanía. Ser un país que ha perdido la independencia para conducir sus destinos es algo que sólo se puede comprender desde la humillación del salmista en sus versos imprecatorios. Hemos llegado al extremo en el que, hasta los candidatos para las elecciones municipales del partido de gobierno, se tienen que ir a negociar a La Habana. Todo un ejercicio de entrega y alienación que debería ser aborrecido por los propios afectados, pero que sin duda, será duramente condenado por sus partidarios de base.

La derrota de las universidades es una realidad que hasta hace pocos meses parecía imposible. Sin embargo, nos encontramos con un ministerio que aplica la humillación como política. Su intención es convertir a la institución universitaria en un reducto de funcionarios que sólo les queda mendigar una mejora en sus condiciones laborales. Viendo el asunto retrospectivamente ahora está muy claro que la batalla por la institucionalidad universitaria se perdió hace tiempo; desde el momento en que el CNU aceptó la creación de la primera pseudo-universidad del régimen.

Una tras otra las derrotas electorales, han minado la esperanza de tener un país soberano, democrático y libre. La actitud rastrera del organismo electoral hace dudar justificadamente, no sólo de la conveniencia sino también de la decencia de participar en unas próximas elecciones municipales. Pero el momento es complejo y parece que la presencia en los resquicios que deja el corrupto sistema, hay que ocuparlos. Luego, aguantar estoicamente el embate de la violencia electoral y militar.

Ante esta realidad de un país derrotado la esperanza vinotinto se convirtió en un fenómeno unificador y hasta terapéutico. Mi posición es que, ante la inminencia de que el sueño mundialista no tenga un buen despertar, más que nunca hay que sentirse vinotinto. Todavía existen venezolanos que son capaces de reconocer la derrota sufrida en un enfrentamiento justo. Venezolanos que no necesitan salir con un crucifijo en la mano para reconocer sus errores. Representantes de nuestros colores patrios que saben decir, la culpa es mía y sobre todo al igual que nuestro legítimo presidente Capriles, declara: "mientras tengamos posibilidades nos vamos a aferrar a ellas".

8070.- Algo de importancia CAPITAL...

Martini origins and mixology 

The exact origin of the martini is unclear. Numerous cocktails with names and ingredients similar to the modern-day martini were first seen in bartending guides of the late 19th century. For example, in the 1888 Bartender's Manual there was a recipe for a drink that consisted of half a wine glass of Old Tom Gin and a half a wine glass of vermouth. In 1863, an Italian vermouth maker started marketing their product under the brand name of Martini. This product is still available today, although it is now better known as Martini & Rossi.
Another popular theory suggests it evolved from a cocktail called the Martinez served at the Occidental Hotel in San Francisco sometime in the early 1860s, which people frequented before taking an evening ferry to the nearby town of Martinez. Alternatively, the people of Martinez say the drink was first created by a bartender in their town, or maybe the town was named after the drink. Another theory links the first dry martini to the name of a bartender who concocted the drink at the Knickerbocker Hotel in New York City in 1911 or 1912. The self-styled Court of Historical Review in San Francisco ruled that the martini was invented in San Francisco. A court in Martinez, California, recently overturned this decision. (These "courts" have neither legal nor academic authority and are primarily for entertainment.)
But it was Prohibition and the relative ease of illegal gin manufacture that led to the martini's rise as the predominant cocktail of the mid 20th century in the United States. With the repeal of Prohibition, and the ready availability of quality gin, the drink became progressively dryer. In the 1970s and 80s, the martini came to be seen as old-fashioned and was replaced by more intricate cocktails and wine spritzers, but the mid-1990s saw a resurgence in the drink and an explosion of new versions.
Some newer drinks include the word "martini" or the suffix "-tini" in the name (e.g., appletini, peach martini, chocolate martini, espresso martini). These are named after the martini cocktail glass they use and generally contain vodka like the kangaroo cocktail, but share little else with the drink.

Como se puede deducir después de una exhaustiva lectura y posterior meditación, la historia del Martini es de tal importancia que podría, Dios nos salve, conducirnos hasta el holocausto nuclear pero, también Gracias al Creador, todavía nos queda por dilucidar: ¿quien fue la primero entre la gallina y su postura?, ¿cual de ellas es de que lado (izquierda o derecha)?, ¿quien es el fascista: el gallo, la gallina o el caballo?, ¿las pulgas del pollo venían en los genes o llegaron después de una triangulación insular? ¿Ese, Martinez, también es indocumentado?. Encontrar estas tan necesarias respuestas es tarea ínclita que ha de acometerse con finura muy salvaje, atacando con lenta rapidez, haciendo honor a la brevedad de varios gruesos tomos empastados en papiros resistentes a las aguas del Nilo que, al mismo tiempo, sean permeables ante las risotadas de nuestros odiados admiradores que no sabiendo como interpretar nuestras tan profundas palabras, emitan latinazos a diestra y siniestra sembrando la paz donde guerra hubo, aquietando a las vestales de profunda mirada que impertérritas lanzan miradas furibundas presas de la agonía de la felicidad.
Y ahora, me sirves, por favor un Martini?