2016/01/30

263527.- No hay peor sordo...

¿A qué espera Maduro?FRANCISCO OLIVARES |  EL UNIVERSAL

sábado 30 de enero de 2016 12:00 AM
El presidente Nicolás Maduro tiene paralizada la economía del país. El cerco ideológico que rodea a la dirigencia oficialista le impide actuar. Se sigue soñando con un cambio en los precios del petróleo que no ocurrirá a mediano plazo, envían misiones a los países de la OPEP a Rusia y los aliados asiáticos, sin entender que el mercado y los intereses económicos de esos países dominan las acciones individuales en cada uno de ellos.

Mientras se espera ese milagro ya los productores alertan sobre el poco inventario de alimentos que queda y la escasez de insumos para producir anuncia el cierre técnico en la línea de producción en al menos 9 productos alimenticios.

De las reuniones con productores y empresarios que participan en el plan de los "nueve motores" para reactivar la producción se repiten las mismas propuestas que el sector productor ha venido planteando desde hace tres años ante el Ejecutivo. Los técnicos del Gobierno escuchan, toman nota, declaran en cadena nacional, hablan de que unidos saldremos adelante, generar esperanzas y regresan a sus oficinas sin que se tome alguna medida.

El presidente Maduro viaja a la reunión del Celac. Habla de una supuesta crisis económica que afecta a América Latina y propone un "plan táctico anticrisis". Nadie sabe de qué se trata eso, lo miran y pasan a otro tema. No entienden lo qué quiere decir el Presidente venezolano pues, los únicos países con crisis económica y política son Haití y Venezuela. Los demás, incluyendo los aliados ideológicos, no tienen crisis económica y por el contrario han sabido hacer buenos negocios con Venezuela como proveedores de alimentos con sobreprecio e importantes contratos en construcción y gran variedad de servicios que han potenciado a las empresas de esos países.

Cuando el presidente Lula viajaba a Venezuela venía con por lo menos 100 empresarios quienes se aseguraban de no irse con las manos vacías. Los argentinos y uruguayos hicieron lo mismo y otros países hasta fueron beneficiados con planes de vivienda, construcción de escuelas y hospitales, todo financiado con el petróleo venezolano.

En tres años el Gobierno nunca vio la crisis que se avecinaba, alertada por todos los sectores del país. Hoy los productores de alimentos les dicen en las reuniones del Consejo Económico Productivo que sólo pueden abastecer entre 30% y 40% de los alimentos que requiere el consumo nacional en las condiciones actuales. Entre las numerosas causas está la deuda con proveedores que no ha cancelado el Gobierno y que pasa de 1.500 millones de dólares y por lo cual ya no ha insumos para poder seguir produciendo.

Los industriales les indican que debemos 12 mil millones de dólares en conjunto y que han desaparecido 60% de nuestras industrias.

Todos coinciden en que el Gobierno no va a rectificar y la crisis lleva al país a un colapso cuyo desenlace nadie puede predecir. Ya culmina el mes de enero y aún no se ha tomado ninguna medida que atienda la crisis reconocida por todos los sectores.

El chavismo hoy es minoría en el país. Y esa minoría parece no querer rectificar y siguen viviendo a la sombra del Hugo Chávez que gobernó montado en el boom petrolero más grande en la historia de los últimos 50 años.

Twitter: @folivares10

263526.- La realidad de la Patria...

Asumir la realidad de la patria

MONS. BALTAZAR ENRIQUE PORRAS CARDOZO |  EL UNIVERSALsábado 30 de enero de 2016  12:00 AM

Todos estamos conscientes de la gravedad, urgencia e interpelación de los problemas que vive la humanidad entera a causa de la desigualdad, la indiferencia, la intolerancia y el terrorismo. De la realidad mundial sabemos hacer juicios acertados. Pero, cuesta ver la realidad cercana, la que toca nuestra propia cotidianidad. Por ello, la exhortación del episcopado, nos alerta que nuestro país no escapa a esta realidad que debemos superar con decisión, sensatez y eficacia. ¿Para qué? Para reconstruirlo y buscar las mejores respuestas con la participación de todos los actores sociales.

Muchas veces, la población, sin distingos, le da una lección a la dirigencia política. La jornada del 6D fue y es una clara muestra de la responsabilidad cívica y voluntad pacífica del pueblo venezolano. Las escenas que estamos viendo en el desconocimiento de la competencia del Poder Legislativo, es la negación de la realidad: la democracia crece y se consolida en la diversidad y no en la monocromía que intenta manipularlo todo en función del bien de una parcialidad y no del bien común.

Corregir, rectificar, aceptar que la política económica impulsada estos años nos está sumiendo en un profundo abismo del cual sólo se sale con el concurso de todos. El Papa Francisco nos invita a superar la globalización de la indiferencia. La medida de todos nuestros actos no debe estar en ideologías o imposiciones sino en dar cuenta de qué hemos hecho con nuestro hermano. Tenemos necesidad de ser artífices de una globalización de la solidaridad y de la fraternidad, que nos dé esperanza y nos haga reanudar con ánimo el camino.

Vivir en democracia es respetar la voz del pueblo y reconocer que su voz y decisión es la hoja de ruta de todo dirigente que se precie de trabajar por las angustias y carencias de la gente. Para ello, es necesario fomentar el diálogo, el respeto y la búsqueda de soluciones eficaces en la que entran en juego las capacidades de muchos que están dispuestos a ofrecer caminos nuevos que superen la paralización en la que está sumida la nación. Hacemos un llamado en este año jubilar de la misericordia a trabajar por la reconciliación y la paz. Los frutos de la solidaridad y la fraternidad se expresan en toda obra que nos lleve a implementar con creatividad y coraje las iniciativas capaces de llenar los vacíos que se asoman peligrosamente en nuestra sociedad.

Pidamos la fortaleza como don precioso del Espíritu. Anhelemos ser un pueblo identificado con el respeto a la dignidad humana, la libertad, la justicia y el compromiso por el bien común.

Los invitamos a leer y meditar la Exhortación Pastoral del Episcopado que lleva el título de esta crónica para que se haga presente la sabiduría del diálogo y el encuentro, senda por la que podemos vislumbrar la superación de los males que aquejan a nuestra enferma sociedad.