2016/06/21

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Mitos, Leyendas y Embustes (Ensayos Historicos).Carlos Chalbaud Zerpa






BOLÍVAR EN EL PANTEÓN NACIONAL
Una vez fallecido El Libertador, Révérend de manera arbitraria, puesto que no era médico; sobre una mesa, en una de las salas de habitación de la Quinta de San Pedro Alejandrino, en presencia de testigos, decidió practicarle la autopsia. Le aserró el cráneo, le   cortó las costillas unidas al esternón y le incindio las paredes abdominales para examinar las vísceras. Acabado el examen del cadáver, fue llevado sobre la marcha a una casa de la poblaci6n de Santa Marta donde se le hizo un ligero embalsamamiento. Reverend dejó constancia escrita de los hallazgos encentrados y de las posibles causas de la muerte.
En la Casa de las Aduanas, en la sala principal, fue colocado el féretro el día 18 de diciembre. Ante el aparato fúnebre con la urna del Héroe, desfilaron una gran cantidad de gentes de todas las clases sociales.
El día 26 fue fijado para darle sepultura en la Catedral de la ciudad, en cuyo recinto se erigió un túmulo suntuosamente vestido, donde tuvieron lugar les últimos oficios funerales.
Luego fue colocado en una de las bóvedas principales.
Durante la enfermedad y muerte del Libertador sucedieron en Santa Marta muchas cosas desagradables, inmisericordiosas y mezquinas.
Cuando sus albaceas testamentarios solicitaron del encargado del gobierno local recursos para sufragar los funerales y el entierro, éste les negó hasta las tablas y los clavos para construir el ataúd por órdenes superiores. Hubo necesidad de hacer una colecta. Una mujerzuela les vendió media docena de tablas por siete pesos y un pulpero les suministro clavos, tachuelas, hilos y cabuyas por una cantidad parecida. Ya para el 14 de diciembre la urna estaba terminada
Faltaba saber dónde sería enterrado, pues sus amigos se oponían a hacerlo en el cementerio Fue entonces cuando la familia Díaz Granados, que también había contribuido para hacer la urna, ofreció un sepulcro de su propiedad, ubicado al pie del altar dé San José, en la catedral.
A consecuencia del terremoto acaecido en Santa Marta en el año de 1834, fue destruida la bóveda del sarcófago,
Para aquella época se consideraba un delito ser boliviano, y sus partidarios debían tener los retratos del Libertador escondidos al respaldo de algún cuadro,
Los enemigos de la memoria de Bolívar, se introdujeron al templo catedralicio y arrojaron sobre la tumba entreabierta tierra, escombros y trozos de ladrillos: y concibieron la malvada intención de sustraer los restos mortales y arrojarlos al mar, en la bahía en el sitio denominado El Morro, que era muy profundo , para que se hiciese imposible rescatarlos.
Entonces el señor don Manuel Ujeta, boliviano solicitó y obtuvo permiso para construir una nueva bóveda y mientras se edificaba, trasladó a su casa de habitaci6n las venerables cenizas durante tres días. 
Por último, en julio de 1839. El capitán Joaquín Anastasio Márquez, sincero amigo y devoto admirador del Libertador más allá de su muerte, condujo los restos, en presencia de un escribano público y distinguidas personas, entre quienes se encontraba el canónigo penitenciario de la catedral y los sobrinos de don Manuel de Ujueta. Hizo destapar la bóveda donde se encontraron dos féretros: uno grande y otro pequeño, que contenían sendos forros de madera y de plomo respectivamente con los huesos del Libertador el más grande y el corazón en el otro. Fueron sacados de allí en la nave del Evangelio y al fin del altar de San José, y traslados a otra bóveda, a inmediaciones del altar mayor, mandada a fabricar a expensas del señor Márquez, la que fue cubierta con una lápida sepulcral de mármol grabada con un epígrafe a la gloria de Bolívar, Libertador de Colombia y del Perú y fundador de Bolivia. Fue pues Bolívar sepultado tres veces en total en la Iglesia Catedral de Santa Marta.
La lápida fue inexp1icablemer removida posteriormente y a1li permanecieron los restos hasta que el Congreso Venezuela decretó trasladarlos a Caracas para ser depositados en la Catedral Metropolitana donde se levantaría “un modesto panteón” en 1842.
En cuanto a 1a pequeña caja que guardaba los vestigios del corazón , fue quemada en el año de 1860, cuando en una de aquellas contiendas civiles entre liberales y conservadores que azotaron a Colombia, estos últimos se atrincheraron en la catedral , y al huir y dejar desguarnecido el templo, los contrarios le dieron fuego al altar mayor.
El 20 de noviembre de 1842 las comisiones de Nueva Granada y Venezuela, los deudos del ilustre finado , miembros del clero de Santa Marta, el señor Manuel Ujueta y el Sr. Révérend, encargados estos dos últimos del reconocimiento de los restos, se procedió a la exhumación.
Tanto Ujueta como Révérend quedaron convencidos de que aquel era el esqueleto del Libertador por su posición, los restos del vestido y demás accesorios y por presentar la bóveda del cráneo aserrada como, consecuencia de la autopsia. El Dr.  José María Vargas, presidente de la comisión venezolana, médico y anatomista, hizo un inventario de los huesos; más no de los existentes sino de los que faltaban, y que fueron colocados en una urna de hoja de plomo que luego fue acomodada en otra de madera donada por el Gobierno de la Nueva Granada.
Las cenizas del héroe llegaron a la Guaira el 16 de diciembre. Las honras fúnebres, muy solemnes, se efectuaron en la Iglesia de San Francisco de donde el féretro fue trasladado a la capilla de la familia Bolívar en la Catedral. Posteriormente fue erigido en dicho sitio el monumento, realizado en Roma por el famoso escultor Pietro Tenerani. La capilla era estrecha y oscura. Aquí permanecieron los restos en la cripta por más de 30 anos, cuando fueron trasladados por el Presidente Guzmán Blanco a la Iglesia de la Trinidad,  transformada en Panteón Nacional, conjuntamente con el monumento de Tenerani. En esta treintena de años existían en Caracas odios políticos muy enconados contra la memoria de Bolívar e incluso por miembros del mismo clero. Fue esta la aciaga época republicana de Soublette, los Monagas, Julián Castro, Juan Crisóstomo Falcón y la Guerra Federal. 
El traslado de los restos fue hechó en un arca de estilo neogótico fabricada por el francés Emile Jacquin. Se dice que Guzmán Blanco, de pie frente al Panteón Nacional, como era de fanfarrón, distribuyó entre los concurrentes, trocitos de la urna neogranadina original y, según parece, no hubo inspección del ataud de plomo para corroborar si los restos estaban intactos.
En ocasión del centenario de la muerte de Bolívar, en 1930, el gobierno del Gral. Gómez procedió a una remodelación total del Panteón Nacional, y la delgada urna de plomo fue colocada dentro de un sarcófago en bronce diseñado por el español Chicharro Gamo y fundido en Madrid por Mir y Ferrero. Aunque algunas personas curiosas vieron, en aquel entonces, la caja de plomo, nunca se supo si era la original de Santa Marta ni se indagó su contenido.
En los primeros días de enero de 1947, el Dr. Vicente Lecuna, deseoso de inhumar y rotular individualmente algunas osamentas que se hallaban confundidas en la cripta de la familia Bolívar, bajo la capilla de la Santísima Trinidad en la Iglesia Catedral de Caracas, requirió de los pertinentes servicios de identificación anatómica del notable médico y profesor de Anatomía Dr. José Izquierdo, anteriormente mencionado. El catedrático, en unión del Pbro. Dr. Nicolás E. Navarro, Deán de la Catedral, el académico Dr. Cristóbal L. Mendoza y de un maestro de albañilería, comprobando que los nichos de la cripta estaban abandonados, abiertos y sin lápidas ,llenos de tierra, fragmentos de mortajas, tablas, trozos de vidrio; y con los huesos humanos había también, en lamentable hacinamiento osamentas de caballo, perro y gallinas. Entre los restos humanos, casi todos fragmentados, fue encontrada la base de un cráneo cuyo contorno mostraba distintamente un corte de sierra, revelador de una autopsia.
De aquella inspección hecha por el Dr. Izquierdo, considerada por los bolivarianos a ultranza como inoportuna y malhadada, podía inferirse que los restos de Bolívar y sus familiares habían sido profanados en la cripta y que aquel cráneo perteneciente a un adulto del sexo masculino, de edad media, podía muy bien ser el del Libertador, puesto que era la única persona autopsiada en su familia, y allí enterrada, sabía sido precisamente é1.
De ser cierta la aserción, los restos que se hallaban en el cenotafio del Panteón Nacional eran falsos o incompletos,toda una patraña del gobierno del Gral. Guzmán Blanco y la única manera de saber la verdad era la de abrir la tumba y verificar su contenido. Un verdadero escándalo de resonancia internacional.
Probablemente, aseveró el Dr. Izquierdo, los venezolanos estupefactos, ante la trascendencia de la profanación por él denunciada, prefrieron callar en vez de clamar por la averiguación de una verdad quizás terrible; y tal preferencia fue expresada apenas en tres o cuatro protestas indirectas, de las cuales una en presunta poesía, ya desautorizadas por tan insignificante número y porque eran simples explosiones de histerismo o de sensiblería patriotérica. Los celos, la envidia, gregarios intereses y el miedo a la verdad, despertaron un espíritu de negaci6n tan ridículo que sus autores no osaron publicar sus objeciones a la evidencia del hallazgo
Una comisión de la Asamblea Nacional Constituyente, en marzo de 1947, y la Academia Nacional de la Historia, a espaldas del descubridor del cráneo, se trasladó furtivamente al Panteón Nacional y después de abrir con mucha dificultad la urna de bronce, determinaron al tacto en la de plomo que allí existía un esqueleto; sin embargo no pudieron asegurar más nada porque no se atrevieron a rasgarla y mirar en su interior.
El cráneo, junto con otros presuntos restos óseos, fue colocado en una caja de madera de cedro, sellada con unas banda de papel, en las cuales se estamparon firmas de testigos y entregada al Dr. Andrés Eloy Blanco, quien era Presidente   de la Asamblea  Nacional Constituyente de aquella época.
 Nunca se supo después sobre su destino.       
Algunas personas aseveraron que había sido restituido a la cripta de la familia Bolívar en la Catedral de Caracas; pero también pudo ser depositado subrepticiamente por el Gobierno Nacional dentro de la urna de plomo de la tumba del Pante6n, al comprobarse la veracidad de las sospechas del Dr. José Izquierdo.
El proceso relativo al cráneo autopsiado, hallado en la cripta, y cuyo paradero hoy se desconoce, no ha concluido, simplemente está interrumpido.